Seguir a Cristo es casi como nadar contra la corriente, pero con la propia ayuda de Dios no existe nada imposible
Otro joven chileno se hizo ortodoxo en la parroquia de San Nicolás de Serbia, en Santiago de Chile. Se ha transformado en una buena tradición que nuestra corresponsal María Derzhavina converse con cada nuevo feligrés y pregunte qué los motiva a unirse a la Iglesia Ortodoxa.
– Jaime, cuéntanos un poco acerca de ti y de cómo conociste la Iglesia Ortodoxa.
Mi nombre es Jaime Morales, tengo 28 años de edad y nací en la ciudad de Viña del Mar en Chile.
Conocí la Iglesia Ortodoxa a través de mi interés por la cultura de Rusia. Investigando sobre este país me enteré que ellos no celebran la Navidad el día 25 de Diciembre, sino que unos días después, lo que me pareció muy extraño. Hasta ese entonces yo tenía entendido que en todo el mundo la Fiesta del Nacimiento de Nuestro Señor se celebraba el mismo día. En ese momento, descubrí que en Rusia había una religión Católica, pero que no era la “Católica” que yo conocía, sino que era “Católica Ortodoxa”. En ese instante no investigué más sobre de qué se trataba. Poco tiempo después, en la televisión se mostró el encuentro entre el Papa con el Patriarca de Moscú en Cuba. Esa reunión me llamó mucho la atención, sobre todo las diferencias en las vestimentas de ambos. Pasado un tiempo, iba caminando por una calle en Santiago, y observé en una plazoleta al lado de una Iglesia, que había una placa con una imagen de un hombre vestido igual que el Patriarca de Moscú a quien había visto en la televisión anteriormente. Ahí descubrí que estaba parado justo en frente de una Iglesia Ortodoxa, la que pertenece al patriarcado de Antioquía, y que se llama Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa de la Santísima Virgen María.
Había pasado muchas veces por ese lugar, y nunca me había fijado en ese templo. A la semana siguiente, decidí asistir a una Liturgia, al entrar a la iglesia, lo primero que me llamó la atención fueron sus hermosos iconos, luego quedé maravillado con lo sorprendente del coro, el cual para mi sorpresa no usaba instrumentos, sino que solamente la voz humana. También me llamó la atención que la Liturgia era en su mayoría cantada, y que el sacerdote al oficiar, miraba al oriente igual que los fieles asistentes. Una vez concluido el Divino Oficio, el párroco del templo, Padre Francisco Salvador, dio una pequeña clase bíblica donde se interpretó un texto del Evangelio. Luego de eso quería saber más de la Iglesia, de su historia y cuáles eran sus enseñanzas, por lo cual conversé con el Padre Francisco, quien muy amablemente me dio una introducción de la a la fe, y luego me invitó a inscribirme en los cursos que se dictan en Instituto de Teología Ortodoxa San Ignacio de Antioquía, el que funciona en las dependencias la su iglesia.
Me registré en un par de asignaturas, y al ir aprendiendo sobre la ortodoxia, me iba gustando cada vez más la fe. Tiempo después, me enteré que en Chile también existía una iglesia ortodoxa que realizaba sus oficios según el rito eslavo, que es el mismo rito que se usa en Rusia, y que ellos hacían Divina Liturgia en español los días sábados en el templo de la Santísima Virgen María (Antioquia), así que decidir asistir para entender y aprender del rito eslavo. Ahí conocí a Padre Dusan Mihajlovic, párroco de La Iglesia Ortodoxa Rusa de la Santísima Trinidad y Santísima Virgen de Kazán, quien desde el primer momento siempre se preocupó de que yo entendiera las cosas que se estaban realizando y también por qué se hacían.
También me invitó a ir a su iglesia que está ubicada en la comuna de Ñuñoa en Santiago, entonces comencé a asistir allí, al principio no entendía mucho, ya que los servicios son en idioma eslavónico, pero con la ayuda de las personas asistentes a la comunidad y en especial de los chilenos que ahí concurren, como el Diacono Roberto, el Lector Eduardo y su esposa Sonia, comencé a entender un poco más. Además también con la llegada de más compatriotas que buscaban la ortodoxia, padre Dusan ha ido introduciendo cada vez más el idioma español en los servicios, lo que es muy importante para mí, sobre todo las lecturas de la Epístolas y del Evangelio. También el padre comenzó a organizar una especie de catequesis en idioma español, en donde además de reunimos con él, podemos conversar y ser contestadas las dudas sobre la fe ortodoxa y la recta práctica.
– ¿Cómo decidiste convertirte en ortodoxo? ¿Qué es lo que te motivó?
Yo hasta antes de conocer la Iglesia Ortodoxa me consideraba un “Católico a mi manera”, como muchos chilenos lo afirman. Creía en Dios, pero no asistía a la iglesia; estaba desilusionado, no me gustaba que se introdujeran cambios cada cierto tiempo solamente para agradar a la gente, casi como si el cristianismo se tratara de un producto que están tratando de vender. En cambio, la iglesia ortodoxa mantiene las tradiciones desde los primeros siglos del cristianismo, por eso el calificativo de “Ortodoxa”, que en griego significa “Recta Doctrina”. Para mí no fue casualidad que mi pensamiento coincidiera con lo que esta fe, considero que fue Dios mismo quien me llamó a conocer su verdadera Iglesia.
Decidí unirme, primero porque el cristianismo ortodoxo fue fundada por Jesucristo, Él instauró solamente una Iglesia, que es Católica, es decir universal; Apostólica, porque viene desde los apóstoles hasta nuestros tiempos, es decir ellos ordenaron a sus sucesores y ellos a los siguientes, y así hasta llegar a los actuales obispos y sacerdotes, teniendo una sucesión apostólica directa hasta el mismo Señor Jesucristo. Tomé la decisión de pedir ser bautizado en la ortodoxia, porque con el bautizo quería dejar atrás mi vida de “católico a mi manera”, esa etapa en donde creía en Dios, pero no hacía nada por Él, incluso hacía las cosas sin pensar si a Él le agradaban o no, había perdido lo más importante; El temor de Dios. Decidí “morir” para este mundo, en el sentido de dejar de hacer lo que el mundo me dice que haga, y nacer nuevamente, para hacer la voluntad de Dios. Es un camino difícil de ahora en adelante, más en estos tiempos donde se han corrompido los valores y se ha perdido el seguir a Cristo; esto es casi como nadar contra la corriente, pero con la propia ayuda de Dios no existe nada imposible. Mi propósito también es poder hacer crecer la iglesia ortodoxa en Chile, dónde la mayoría de las personas se extrañan cuando les nombro sobre la ortodoxia, ya que simplemente no la conocen, por eso quiero trabajar y aportar con ideas para atraer a más personas a la verdadera Iglesia de Cristo.
– No eres un feligrés común. Ya que hace un tiempo cantas en el coro, dirigido por Elena Raskopova. Cuéntanos, ¿cómo te hiciste cantante?
Al mismo tiempo que asistía a las clases del instituto, comencé a participar en el coro de la Iglesia de la Santísima Virgen María (Antioquia), donde la directora del coro es Katia Gutkina, ella fue también mi profesora en el curso de “Música Litúrgica” de la misma institución. Ella es músico profesional, una persona con una paciencia infinita y muy amable. Katyusha (como cordialmente le decimos) me introdujo en el canto y me enseñó muchas técnicas vocales para poder cantar mejor. Más tarde recibí una invitación para cantar en el Coro Ortodoxo de Santiago, donde participan personas de diferentes iglesias ortodoxas de Santiago, como la iglesia rusa y la iglesia antioqueña. Allí conocí a su directora, Elena Raskopova, una profesional con muchos años de experiencia como directora de coro en la Iglesia Ortodoxa en Rusia, una muy buena persona, que es capaz de sacar lo mejor de nosotros para que el coro suene excelente. Ella es la actual directora del coro de la Parroquia de Padre Dusan, en donde estoy participando actualmente, y me ha enseñado mucho, por lo cual estoy muy agradecido de su paciencia y dedicación para que pueda aprender cada día más.
Siendo partícipe de la iglesia romana en mi adolescencia, tuve alguna experiencia cantando y tocando guitarra cuando tuve 12 años de edad, hasta los 14 más o menos. Pero desde allí, a cantar hoy en la Iglesia Ortodoxa es algo totalmente distinto. Se requiere mucha técnica, puesto que debemos interpretar los diversos himnos sin acompañamiento de instrumentos, todas las voces juntas en una sola armonía, cantando cosas distintas, pero en un conjunto suenan bellísimas, por lo cual, es muy fácil perder el tono y perder a todo el coro, por lo tanto se requiere de un gran esfuerzo y concentración, y más aún si no se es un profesional de la música, como es mi caso. Es una tarea a la que se le debe dedicar mucho tiempo, con ensayos constantes para poder ir mejorando el oído y también la técnica de canto. Para mí, el tener la oportunidad de pertenecer al coro es algo muy importante, ya que cuando cantamos estamos alabando a Dios, por lo tanto debe ser lo más perfecto posible. También es una forma de servir al Señor y a su Iglesia, por ello pretendo no solamente cantar los días domingos, sino que también, siempre que pueda, en los diferentes servicios de la semana. Dios me dio un talento, y aunque aún está en estado muy bruto, sé que debo trabajar para poder sacarle el máximo provecho posible, y así entregarle lo mejor de mí a Señor y Creador.
– Cuéntanos de tu Bautismo y la primera Comunión. ¿Qué emoción sentiste tomando en los Sacramentos?
Durante y después de mi bautizo sentí mucha paz, y alegría de poder por fin haberme unido a la Iglesia Ortodoxa, fue un día sábado, y al día siguiente tuve mi primera comunión, con pan y vino como corresponde, el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo. Cuando estaba en la Divina Liturgia, y a medida que se acercaba el momento de recibir la comunión, sentía muchas ansias, quería por fin recibir los Santos Dones. Cuando llegó el momento de colocarme en el primer lugar de la fila, mientras Padre Dusan decía las oraciones previas a comulgar, comencé a sentir mucho temor de Dios, sentí una responsabilidad enorme: Frente mío estaba el cáliz que contiene el Verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo, y faltaban sólo unos segundos para recibirlo. En ese momento me invadieron una mezcla de sentimientos: Emoción, nerviosismo y ansiedad, ¡todo al mismo tiempo! Mi cuerpo entero temblaba. Una vez recibidos los Santos Sacramentos, la ansiedad y el nerviosismo desaparecieron para dar paso a una mezcla de alegría, júbilo y emoción, algo que no había sentido nunca lo que es muy difícil de describir, fue tanto el desborde emocional que tenía contenido, que me vi obligado a abrazar a alguien, luego de que eso sucedió me relajé y lágrimas de emoción salieron de mis ojos.
Esta inimaginable experiencia me hace estar muy seguro de que estoy en la Iglesia dónde está Cristo, y doy gracias a Dios todos los días por permitirme ser parte de ella.
Maria Derzhavina
Pravoslavie.cl