Santa mártir Anastasia, liberadora de pociones

 

Esta gran heroína de la fe cristiana nació en Roma, en el seno de una pudiente familia senatorial. Su padre era pagano, pero su madre era cristiana. Desde su niñez se aferró con amor al Señor Jesús, instruida en la fe cristiana por un piadoso maestro, Crisógono. Obligada por su padre, Anastasia se casó con un terrateniente pagano llamado Publio; mas usando el pretexto de estar en su periodo mensual, nunca tuvo relaciones con él. Por esto, su esposo la torturó cruelmente usando el confinamiento y la inanición, y la afligió con aún más fuertes torturas cuando descubrió que iba secretamente a las prisiones de los mártires cristianos, ministrando a sus necesidades, curando sus heridas, y desatando sus cadenas. Mas por la providencia de Dios, Anastasia fue librada de su malvado esposo. Publio fue enviado a Persia por el emperador, y se ahogó en el viaje. Entonces santa Anastasia comenzó a ministrar abiertamente a los mártires cristianos, y con su herencia daba limosnas a los pobres. Cierta vez, el Emperador Diocleciano estuvo en la cuidad de Aquilea, y ordenó que el confesor de Cristo Crisógono fuese traído ante él. Mientras lo llevaban de camino, Anastasia lo siguió. El santo Crisógono fue degollado por orden del emperador, y tras él sufrieron las hermanas Agapia, Quionia, e Irene (cfr. 16 de abril), las primeras dos siendo arrojadas al fuego, y la tercera atravesada por flechas. Santa Anastasia tomó sus cuerpos, los envolvió en lino blanco, y ungiéndolos con especias aromáticas, las enterró. Entonces Anastasia se marchó a Macedonia, donde ministró a los que sufrían por Cristo. Allí se dio a conocer como cristiana, por lo cual fue capturada y para ser interrogada ante varios jueces. Deseando morir por su amado Cristo, Anastasia se aferró constantemente a él en su corazón. Un cierto sacerdote pagano, llamado Ulfiano, trató de tocar el cuerpo de Anastasia por lujuria; pero inmediatamente se quedó ciego y murió. Condenada a muerte por inanición, santa Anastasia permaneció en prisión por 30 días, alimentándose sólo con lágrimas y oración. Después de esto, la pusieron en una nave con muchos otros cristianos para que se ahogara, pero Dios la salvó de esta muerte. Finalmente fue atada a cuatro aros sobre el fuego, y así entregó su santa alma en manos de Dios. Sufrió y entró al reino de Cristo en el 304 d. C.

 

Fuente: crkvenikalendar.com

 

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