San Nikolaj Velimírovich sobre el Reino de Dios dentro nuestro

 

Homilía
Sobre el Reino de Dios que está dentro de nosotros

“Porque el Reino de Dios está dentro de vosotros”.
(Lucas 17:21)

Todo lo que es de Dios lleva el sello de la inmortalidad. Y el Reino de Dios es inmortal. Si queremos respirar la atmósfera de la inmortalidad, tenemos que entrar en nosotros mismos, en nuestros corazones, en el Reino de Dios. Fuera de nosotros está la atmósfera de cada época, una atmósfera de transitoriedad y podredumbre, en la que el alma respira con dificultad. El reino de la naturaleza es el reino de los sentidos, por eso es el reino de lo que es ajeno a nuestras almas, ya que nuestras almas pertenecen al reino interior. ¿Por qué a los hombres les gusta vivir mucho, mucho tiempo, en un país extranjero? ¿Por qué los hombres, muy rara vez y de mala gana, entran en su propia casa? Cada vez que pensamos en las cosas de este mundo, pensamos en un país extranjero. Cada vez que hablamos del mundo de los sentidos, estamos hablando de un país extranjero. Cuando vivimos por los sentidos nos volvemos semejantes al hombre que va todo el día de casa ajena en casa ajena, y únicamente de noche vuelve a su propia casa para dormir. ¡Así es como dedicamos nuestro tiempo de vigilia a la muerte, y nuestro tiempo de sueño a la inmortalidad! Entramos en nosotros mismos, regresamos a nosotros mismos, solamente cuando dormimos. Pero incluso nuestros sueños son sueños sobre nuestra vigilia, es decir, aun estando en nuestra propia casa, en un estado inconsciente, soñamos con casas ajenas. Nuestros sueños son sensuales porque nuestra conciencia es sensual. Y así, siempre estamos en país extranjero, somos extranjeros en la realidad y lo somos en el sueño. Estamos constantemente fuera de nosotros mismos. El Señor quiere que regresemos a nosotros mismos, a Su casa y a Su patria. Para nosotros, el Reino de Dios está dentro de nosotros; fuera de nosotros sólo hay un país extranjero. Para escapar de ese país extranjero y encontrar nuestra verdadera casa, donde encontramos directamente a Dios, tenemos que entrar en nosotros mismos, en nuestros corazones. Allí está el Rey, y allí está el Reino.

Del Prólogo de Ohrid (13 de enero)

Fuente: iglesiaortodoxasca.org

 

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