Los Domingos de la Gran Cuaresma
La primera semana de Gran Cuaresma se distingue por su severidad especial y sus servicios largos. En los primeros cuatro días (lunes, martes, miércoles y jueves) se lee el canon de San Andrés de Creta en los Gran Postvespertinos con el estribillo entre cada verso, “Tiene piedad de Mi, Oh Dios, tiene piedad de mi.”
En viernes de la primera semana, en la Liturgia después de la Oración ante el Ambon, se bendice “koliva” (una mezcla de trigo hervido con miel) en memoria del Gran Mártir San Teodoro de Tiro, quien concedió ayuda sobrenatural a los cristianos para mantener el ayuno. En el 362 D.C, el Emperador bizantino, Julián la Apóstata, pidió que la sangre de sacrificios ofrecidos a los ídolos se rocíe en secreto en los comestibles de la ciudad de Constantinopla. El Gran mártir San Teodoro que fue quemado vivo en el 306 por su confesión de la fe cristiana apareció en sueño al obispo de Constantinopla, Eudoxius, y le expuso el plan secreto de Julián. Él ordeno que no compraran comida durante la semana entera en el mercado de la ciudad, y que instruya a su rebaño a mantenerse con koliva.
En el primer domingo de Gran Cuaresma se celebra el “Triunfo de la Ortodoxia” que se estableció por la Emperatriz Teodora en el 842 D.C. – en memoria de la restauración de la veneración de los iconos santos.
Al final de la Liturgia se realiza un Servicio de Intercesión (“Moleben”) en el centro de la iglesia ante los iconos del Salvador y la Madre de Dios, pidiendo al Señor que confirme a los Cristianos Ortodoxos en la fe y devuelva al camino de la verdad a todos aquellos que han apostatado de la Iglesia. El diácono lee el Credo solemnemente y pronuncia los anatemas, proclamando que todos aquellos que han presumido de torcer la verdadera Fe Cristiana Ortodoxa están separados de la Iglesia. Él entona “Memoria Eterna” por todos los defensores fallecidos en la Fe Ortodoxa, y finalmente, “Muchos Años,” para todos aquéllos que están vivos. Este servicio se hace habitualmente con la presencia de un obispo.
En el segundo domingo de Gran Cuaresma se celebra la memoria de San Gregorio de Palamas. Obispo de Tesalonica que vivió en el decimocuarto siglo, él continuó la batalla contra las distorsiones Occidentales, latinas de la fe Cristiana enseñando la importancia del poder deificante de la Gracia no creada de Dios y conservando el verdadero equilibrio entre la omnipresencia y transcendencia con la doctrina de la relación entre “esencia” y “energías” de Dios. De acuerdo con la Fe Ortodoxa él enseñó que el esfuerzo ascético del ayuno y la oración, particularmente la práctica de la Oración de Jesús según las enseñanzas de los Santos Padres, prepara a uno recibir la luz llena de gracia del Señor, que es como la que brilló en el Monte Tabor en la Transfiguración del Señor. En otros térMinos, si Dios lo desea, según el esfuerzo propio, uno puede participar de la beatitud divina Mientras todavía esta en esta tierra pecadora. Así el segundo domingo de Gran Cuaresma ha sido fijado conmemorar a este gran Padre de la Iglesia, quién hizo explícito la enseñanza que revela el poder de la oración y el ayuno.
En el tercer domingo de Gran Cuaresma, durante la Vigilia pernocturna después de la Gran Doxologia, se trae la Santa Cruz adelante del Altar y se pone en el centro de la iglesia para la veneración por los fieles. Durante las postraciones hechas ante la Cruz (que a menudo contiene una porción de la Verdadera Cruz) la iglesia canta, “Ante Tu Cruz, oh Soberano nos, y Tu Santa Resurrección glorificamos.” Este himno también se canta en la Liturgia en lugar del Trisagio. La Iglesia ha puesto este evento en el medio de Gran Cuaresma para que la recolección del sufrimiento y muerte del Señor pueda inspirar y fortalecer a los que ayunan para el resto del esfuerzo ascético del ayuno. La Santa Cruz queda fuera para la veneración a lo largo de la semana hasta el viernes, cuando, después de las horas y antes del comienzo de la Liturgia de los Dones Presantificados, es devuelta al Altar. Así el tercer domingo y cuarta semana de la Gran Cuaresma son llamados aquellos de la “Adoración de la Santa Cruz.”
En el cuarto domingo de la Gran Cuaresma se conmemora a San Juan Clímaco, el autor del texto ascético clásico, La Escalera en el cual él indica una escalera, o sucesión de virtudes que nos llevan al Trono de Dios. El jueves de la quinta semana, en los Matutinos, se lee el Gran Canon de San Andrés de Creta, junto con la lectura de la vida de Santa María de Egipto. La conmemoración de la vida de Santa María de Egipto, que anteriormente había sido una gran pecadora, sirve como un ejemplo de verdadero arrepentimiento para todos y convencernos de la inefable compasión de Dios.
El sábado de la quinta semana (Matutinos el viernes por la tarde) nosotros celebramos la “Exultación de la Madre de Dios,” que consiste en la lectura del Akathistos a la Madre de Dios. Este servicio se comenzó en Grecia en gratitud a la Madre de Dios por sus numerosas liberaciones de Constantinopla de sus enemigos. El Akathistos se lee aquí para confirmar a los fieles en su confianza en la Mediadora celestial que, salvándonos de los enemigos visibles, es más aun una ayuda en nuestra batalla con los enemigos invisibles.
En el quinto domingo de la Gran Cuaresma nosotros conmemoramos a nuestra Madre santa María de Egipto. Como se expreso arriba, la Iglesia encuentra en ella una imagen de verdadero arrepentimiento y una fuente de estímulo para aquéllos comprometidos en los esfuerzos espirituales, en virtud del ejemplo de la Misericordia inefable de Dios mostrada hacia ella, una pecadora arrepentida.
www.iglesiaortodoxaserbiasca.org
Pravoslavie.cl