Encontrándose a sí misma entre extraños en el hogar
Corinna Delkeskamp-Hayes, criada como protestante, creció y estudió principalmente en Bonn. Enseñó Filosofía como profesor asistente en la Universidad del Estado de Pensilvania antes de que ella y su esposo decidieran comenzar una familia (un niño y una niña) en Alemania.
Fue bautizada como Cornelia en la Iglesia Serbia en el día de San Cornelio de Komel, por el padre Basilio, Abad del Monasterio de San Espiridón en Geilnau, en 1998.
Trabaja como profesora particular, presentando artículos académicos en Europa, Estados Unidos, y China, y organizando conferencias de filosofía y teología Ortodoxa. También trabaja como editora de la revista “Bioética Cristiana – Estudios no Ecuménicos en Medicina Moral” (“Christian Bioethics – Non-Ecumenical Studies in Medical Morality”) y en la editorial Revista de Medicina y Filosofía ( “Journal of Medicine and Philosophy”), ambas revistas publicadas por Oxford University Press.
Cornelia, ¿Viniendo de un origen luterano, como conociste la Ortodoxia?
Para mí, “conocer” la Ortodoxia” no fue problema. Mis mejores amigos, Susan y Herman Engelhardt, con quienes había trabajado por años, se habían convertido ocho años antes que yo, y habían predicado a mis oídos sordos desde entonces. Ellos me hablaron de las herejías que separaban a las iglesias Occidentales de la verdadera Tradición Apostólica, pero de alguna manera ese término tan terrible no me llegaba. Mientras uno no sepa cuán importante es adorar de la manera correcta, no puede entender la crucial relevancia de creer correctamente. Y por supuesto, mientras uno se considere “bastante bien a los ojos de Dios” y “bien seguro de su misericordia perdonadora”, mientras no se haya experimentado Su amor y descubierto sus propias miserias para responder a ese amor, la mente permanece velada. Eso es, uno no puede apreciar cómo ser negligente para querer adorar correctamente, significa rechazar su invitación a la fiesta de amor que tiene preparada en su amado cuerpo, La Iglesia.
Mi propia vida, por supuesto estaba profundamente envuelta en todos los niveles, desde los servicios de los niños hasta el gobierno, con la comunidad protestante local. Incluso pensé que me encontraba en la “búsqueda teológica sustancial” al margen de ese grupo social, estaba convencida de que ningún alemán que se respete, cambia su religión (para mí, cambiar de religión, como cambiar de trabajo, esposos, leyes, doctores, sonaba muy “americano”). Estaba más preocupada por molestar a mis ancestros en sus tumbas protestantes, que acerca de mi propia salvación. Para ser sincera, siempre había reconocido mi falta de contacto con Dios. Fantaseaba acerca de un baúl con un tesoro escondido en algún lugar, donde la verdadera cristiandad podía ser encontrada. Sabía que un día la querría encontrar y abrir la tapa. Literalmente rogaba: Dios, ven y revélate, -pero quédate a una distancia prudente para no incomodar mi feliz vida. Bueno, Él vino, pero la parte de “no incomodar” no fue parte del trato. Grandes problemas en mi familia me llevaron a la oración de supervivencia.
La familia más divertida – El hogar de Magdalena en 2007
Fue en este punto que tuve esas experiencias extrañas, a las cuales nadie en mi ambiente Cristiano encontraba sentido. En momentos, durante la oración desesperada que toma posesión de todo tu ser, cuando mi ego fue totalmente aplastado, con el mal de mi auto idolatría revelada en plenitud de su impacto destructivo para los otros, cuando me permití a mí misma enfrentar mi total vacío (y tengo que agregar que tal osadía, como luego aprendí, solo fue posible porque estaba muy segura anidada en el amor de mi esposo, fue por eso, que no tuve que “plantarme con mis dos pies”, protegiéndome, que pude permitirme afligirme con todo vigor), en tales momentos sentí algo, como si en el fondo del pozo en el que caí, algo me contuvo, como una mano protectora, y sentí el abrumador poder de un amor que había estado ahí, esperando por mí, como una alegría deslumbrante e inundando el mismo recipiente de mi sufrimiento. Le pregunté a mis amigos acerca de esto, pero nadie entendía, o conocía la experiencia. Todos me aseguraban que Dios no quería que nos cayéramos, y que estaba entendiendo algo mal. Finalmente chequeé mis niveles hormonales, casi convencida de que alguna transformación fisiología de media edad me estaba llevando a la locura y debía ser arreglado. Pero las hormonas estaban bien.
La otra cosa era incluso más extraña: mientras estaba expuesta a algo profundamente perturbador, corría a una tentación, la cual a pesar de ser vergonzosamente ridícula en sí misma, requería de todos mis poderes para luchar contra de ella. Eso era lo peor. ¿Cómo podía uno tener tantos encuentros transformantes con lo que yo temí o esperé que sería vivir realmente el amor Divino (incluso si Su forma de afectarme, si es que realmente era Él, no cabía en ningún parámetro a mi disposición), y al mismo tiempo ser tocado por lo que incluso yo reconocía como completamente erróneo? Todo esto me alejó incluso más de mi cultura de hogar Protestante y de los Católicos con los que me involucraba por el trabajo, o de los que me había hecho amiga, porque nuestros hijos iban al colegio franciscano con un monasterio adjunto. Cuando los Engelhardt tuvieron unas horas de escala en Frankfurt algunos meses después, exasperadamente les describí toda la situación. Ellos se mantuvieron en silencio (un milagro en sí mismo), solo me miraron, y sentí que ellos sabían. Medio año después, estrujaron tres días de redada misionera en sus apretadas agendas y superaron mi resistencia con su determinación de puro amor. Al final me dejaron un icono de Cristo, un libro de oraciones y la orden de no ir a ningún lado, sino esperar por órdenes.
¿No querían que visitaras un servicio Ortodoxo por tu cuenta?
Como buenos amigos, conocían mis muchas debilidades. Ellos también sabían cuán difícil es, especialmente para los Protestantes, digerir lo que desde afuera parece ser exclusividad Ortodoxa o conciencia de reglas. Incluso más, los Alemanes Protestantes tienden a vivir en una nebulosa de dignidad humana y auto respeto, y les es muy fácil sentirse heridos, escandalizados y rechazados cuando se confrontan con sacerdotes menos experimentados de otras culturas. Así que ellos querían ser cuidadosos en mi primer encuentro con la Ortodoxia.
Los padres Justino, Basilio y Nilo
Mientras estaban en una conferencia en Freiburg, ellos fueron a la Iglesia y le preguntaron a un joven que “parecía correcto”, a donde “iba a cargar sus baterías”. Su “casa” era el Monasterio de San Espiridón de Geilnau, con su abad suizo, Padre Basilio, y el monje alemán Paisio, y así es donde, después de un sondeo en una entrevista telefónica desde Texas, ellos me enviaron. Así que tuve el gran privilegio de encontrar la Ortodoxia entre la gente que no solo tenía raíces en mi propia cultura, sino que pacientemente toleraron mi intelectualismo. (Éste joven, Johannes Sigel, aún cuenta nuestra primera noche de Pascua que pasamos juntos en el Monasterio, y cuán horrorizado estaba por mi discurso inconexo acerca de Hegel después de la Liturgia). Desde que llegué por primera vez a ese santo lugar en la primavera de 1997, lo he visitado cada mes para confesión y nutrición. En 1998 fui bautizada ahí (en un improvisado enorme tarro de basura plástico verde. Creo que fui la primera adulta que recibieron en su Iglesia, después usaron el río Lahn que corre al lado del monasterio).
Los padres Johannes, Basilio y Justino, con los Hayes en el Eremitorio
¿Tu vida en la Iglesia se mantiene predominantemente con la comunidad Ortodoxa alemana?
No, para nada. Hay muy pocas comunidades así en Alemania, y ya que vivimos en un pueblo al este de Frankfurt, las dos más cercanas están en Maguncia y Wüzburgo, demasiado lejos para asistir regularmente. Sin embargo esto terminó siendo una bendición, porque me dio la oportunidad de compartir la vida en la Iglesia con diferentes comunidades étnicas.
Primero intenté en la Iglesia de San Nicolás en Frankfurt, una Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero. Era una comunidad de emigrantes políticos que había salido de la Rusia comunista en distintos periodos, con sus hijos y nietos. Un grupo bien homogéneo, y con mi extrema sensibilidad protestante y egocentrismo, y estando acostumbrada a una muy extrovertida hospitalidad, interpreté su absorción espiritual y concentración como hostil. Así que intenté en la iglesia Griega, dedicada al Profeta Elías. Ahí, durante mi primera Liturgia, tres pequeñas yayas vestidas de negro, una después de la otra, se pusieron de pie de sus asientos en la pared y me pidieron que me sentara. Como una Alemana (arrogante) entrenada en un monasterio, me quedé de pie, por supuesto. Pero su cariñosa actitud, me conmovió. Durante mis primeros años de crecimiento en la Ortodoxia, estos griegos han sido mis profesores; la paciencia con la que soportaron mi autosuficiente fariseísmo; la amabilidad y humildad superior con la cual dieron la bienvenida a la zelote conversa; y la facilidad con que los piadosos creyentes griegos “tipo monacales” se mueven entre los fieles del mundo que llegan a la iglesia ¡minutos antes de la comunión!
Eventualmente, mi esposo (que aún no era Ortodoxo) estuvo listo para acompañarme a la Iglesia. Él encontró que el canto Griego sonaba demasiado extranjero, así que volvimos a los rusos. Su sacerdote, Padre Dimitri Ignatio, quien había estado enfermo durante mis primeras visitas, era un anfitrión extremadamente acogedor, intercalando lecturas en alemán y ektenías en eslavónico. Más aún, los rusos, una vez que nos reconocieron como parte de su comunidad, resultaron ser tan amorosos y hospitalarios como los griegos. Esta iglesia ha visto un gran incremento en el número de inmigrantes desde el Este, muchos de los cuales no habían sido dirigidos a la vida Ortodoxa, y sin embargo están casi genéticamente predispuestos a integrarse. Muchos de ellos son muy pobres, pero dedican todo a la Iglesia, y es aleccionador para mí ver su sacrificio amoroso. Con los rusos, disfruté de la extrema disciplina de oración (¡no hay sillas!) y la intensidad de una comunidad dedicada a cada detalle del ritual, lo cual es una gran ayuda para quien recién comienza.
Ya que el Monasterio de San Espiridón, mi primer hogar espiritual, está bajo el Patriarcado de Serbia, también en ocasiones, asisto a la iglesia Serbia en Frankfurt, la cual celebra casi cada uno de los santos mayores, incluso en los días de semana. Toda la comunidad canta junta, y su acogida es abrumadora. También he llegado a conocer al padre Estefan Anghel de la iglesia Rumana en Offenbach, un increíble y bendito “sembrador misionero de avanzada” entre los rumanos en Alemania y muy entusiasta para invitar alemanes a la iglesia. Nos volvimos amigos de inmediato. Él tuvo la osadía de transformar un salón industrial en una Iglesia, a pesar de que la administración “socialista” de la ciudad le había denegado el permiso. Cuando los inspectores pasaban por ahí, él les mostraba su gran “sala de pasatiempos”, “o lugar de encuentro para amigos”, mientras secretamente construía un nuevo ábside semicircular para el santuario, detrás del viejo iconostasio que había traído desde Rumania. Estaba bastante acostumbrado a que lo multaran por construir iglesias ilegales en Rumania, y los alemanes no lo iban a detener.
¿Cuál es su experiencia al conocer la Ortodoxia en tantas culturas e idiomas diferentes? Muchos conversos anglo-parlantes parecen solo querer servicios en su idioma nativo, y no están interesados en las culturas madre de la Ortodoxia.
Simpatizo con los conversos angloparlantes. La forma en la cual los grupos étnicos Ortodoxos en Alemania cultivan su idioma nativo en la iglesia, si bien es ciertamente importante para los recién llegados y para la preservar la identidad de la familia, es un gran obstáculo para invitar a los lugareños. Incluso si uno puede leer a Platón, los servicios en griego son cantados con la fonética moderna, y por lo tanto entendible solo para aquellos que tienen la habilidad de trabajar con textos muy complicados. Pero la cultura étnica Ortodoxa es un tema distinto:
Ofrece una rica diversidad de aproximaciones “encarnadas” de la Ortodoxia. Viviendo entre diferentes iglesias étnicas me ha dado una gran oportunidad de “absorber” la teología en una forma sub-intelectual. Aprendo no solo por leer en casa, sino por sumergirme en estas formas multifacéticas de dar una expresión humana a la vida de la Iglesia: como diferentes personas se ponen de pie, se persignan, se inclinan, oran miran, cantan, domestican a los salvajes niños de dos años, ofrecen café, té o slivovitz, acogen a los invitados, piden ayuda, se ponen a la fila para comulgar, sufren en los largos servicios de la Santa Unción, se estrujan entre ellos alrededor del cubo del agua bendita en Teofanía, celebran el día de su iglesia, alimentan a sus sacerdotes después de la iglesia, y la lista sigue. En cada una de estas instancias, no sólo la genialidad de una nación específica se manifiesta en una forma santa, sino que hay una sinergia real que se vuelve visible en esta aparente exterioridad.
Estoy especialmente agradecida por la forma en que mi propio padre Basilio (evito el término “padre espiritual” porque reconozco no merecer ser su “hija”), como hijo espiritual de San Paisio de la Santa Montaña y San Justino Popovic, combina la tradición de Monte Athos con una profunda piedad Serbia. Me siento en casa en cada Iglesia, y trato de prolongar en mí las riquezas de cada tradición.
Otra cosa por la que estoy muy agradecida es por haber aprendido a venerar reliquias. Los monjes de San Espiridón empezaron a llevarme a lugares santos en las proximidades del monasterio, donde traté de entrar en lo que vi que ellos hacían. Excepto por las oraciones, nada más se decía. Recuerdo una cripta que había sido cercada, con trabajadores de la construcción martillando tras cortinas de plástico. Aquí mi osadía alemana resultó ser útil: convencí a los trabajadores de minimizar los códigos de seguridad. Cuando los padres aparecieron, incluso, se retiraron discretamente. Mientras entrabamos a la cripta, el padre Isidoro silenciosamente se deslizó hacia un ataúd tallado en piedra, y con sus largos y delicados dedos sacó un paquete de cigarro, y lo puso cuidadosamente sobre unas tablas. Este gesto me conmovió en sí mismo en mi corazón. Tenía la ternura de un monje que sabía cómo venerar.
Cornelia, ¿cuánto queda aún de la Ortodoxia pre-cismática (tanto en lo material como en reliquias, santuarios dedicados a santos, iglesias pre-cismáticas) en Alemania? ¿Y cuánto del legado espiritual del periodo temprano de la Ortodoxía es aun reconocible en los alemanes, cultura y costumbres? ¿Hay alguna raíz distinguible de esa antigua tradición en la cultura o la actitud espiritual de la gente?
Hay mucho material remanente. Todo el Sur y Oeste fue cultivado por los romanos, por ejemplo áreas dentro del Limes romano a lo largo del Rin, el Mosela y el Danubio) más tarde la áreas del dominio Franco, de los Alemanes y los Bárbaros, aún más tarde las tierras habitadas por los Hessianos y los Sajones, todos estos están aún esparcidos con las iglesias pre-cismáticas, las tumbas de los santos y la reliquias, ni hablar de los muchos santos Ortodoxos cuyas reliquias fueron importadas a Alemania). Mi madre era historiadora de arte, y solíamos viajar a muchas iglesias históricas. Mis preferidos eran los frescos romanos, así que sin saber por qué, me sentía atraída a esos monumentos que más claramente preservaban las tradiciones del periodo más temprano de la unidad de la iglesia. Por supuesto, mucho fue destruido durante la Reforma, las guerras campesinas, la Guerra de los Treinta Años, las guerras después de la Revolución Francesa, las dos Guerras Mundiales e incluso más por la planificación irada en los años de la reconstrucción alemana y crecimiento económico. Aún más, algunas reliquias fueron cambiadas de lugar y declaradas “inválidas” por el Vaticano II.
En cuanto lo espiritual, están conectados con dichos remanentes. Por supuesto, Alemania fue exhaustivamente Romanizada, empezando con el trabajo de Bonifacio (cuando Roma aún era de alguna manera protectora de la Ortodoxia) y siguiendo con la arrogante declaración de Carlomagno de tener una Cristiandad Occidental propia, independientemente del aún existente Imperio Bizantino. Pero existe veneración de algunos santos de la Única, íntegra Iglesia en algunas comunidades rurales y ciudades por lo menos una vez al año durante esos días de fiesta- y creo que estas tradiciones están siendo recuperadas un poco en los últimos quince años-. Así, los mártires atribuidos a la “Legión Tebaian” o conectada con ella (como san Afra y Verena), o también San Martín, varios Obispos de Tréveris, Colonia y Maguncia, los misioneros de Aquitania e Irlanda, y por supuesto San Bonifacio y todos sus hermanos espirituales de Inglaterra, y finalmente misioneros de la población local, son aun celebrados. Así en la veneración de estos santos y las costumbres locales conectadas con su memoria, un observador Ortodoxo puede discernir trazos de la Iglesia.
Cornelia, cada cultura parece tener algo único que encaja particularmente bien en el ethos Ortodoxo. ¿Qué es lo que los alemanes encuentran atractivo en la Ortodoxia?
Estas preguntando dos cosas muy distintas aquí. Déjame comenzar con la segunda y empezar con las iglesias Cristianas oficiales.
Como en todas partes, aquellos cristianos amantes de la tradición sienten que han perdido lo que la Ortodoxia aún tiene, y tratan de llamarnos a la unión. Ellos han instituido un monasterio en Alemania que hace todo en la forma Ortodoxa excepto por algunos detalles como conmemorar a los papas y confesar el filioque. Así que los no Ortodoxos a quienes les gusta el rito, cultura y belleza pueden ir a ese monasterio y no tiene que visitar una iglesia Ortodoxa genuina. Nuestros protestantes, hasta el reciente enfriamiento (cuando se eligió una obispo mujer, divorciada, como cabeza de su cuerpo gobernante), tenía sus propias conversaciones con la Ortodoxía; y algunos profesores de filosofía Protestantes terminaron irritados con la Ortodoxía. Ambas confesiones han sido extremadamente generosas en mantener esfuerzos en los servicios sociales en los países orientales, – con hilos ecuménicos adjuntos, por supuesto. Y estos hilos también rodean la amable hospitalidad que ambas denominaciones extienden a los ortodoxos inmigrantes, permitiéndoles usar sus edificios y ayudándolos en muchas formas (siempre y cuando se mantengan celebrando en sus lindos y exóticos lenguajes…). Luego, está la gente. Cuando me volví Ortodoxa, fui regañada por el pastor protestante de mis amigos por satisfacerme con la música, la belleza, las velas, el incienso, las barbas, los iconos, la poesía. Muchos alemanes (incluso en sus casas de oración) tienen iconos en las paredes y escuchan música Ortodoxa. Van a conciertos de música Ortodoxa. Su anhelo por la belleza toca sus corazones. Pero los alemanes tienden a no escuchar su corazón. Ellos acceden a la belleza de la casa de Dios como si fuera una experiencia estética. Así que no les es posible “llevar al corazón” lo que ellos encuentran ahí. Y todos rezan a la idea general que enseña que la Ortodoxia es discriminadora de género, patriarcal, homofóbica, anti democrática, no iluminada, y aun llena de agentes de servicio secreto o gente que colabora con los comunistas.
Seminario de San Juan Damasceno, Nizhni Nóvgorod
Dadas todas estas dificultades, algunos llegan a la Ortodoxia porque han sido literalmente arrebatados de su ambiente social por una experiencia dramática, y porque encontraron un sacerdote cariñoso. Algunos se casan con Ortodoxos cuya ardiente fe (en raras ocasiones) los lleva dentro. Algunos son inspirados por lugares ecuménicos como Chambésy y poco a poco encontraron el camino hacia la Ortodoxia. Están los raros casos de estudiantes de teología protestantes que notaron problemas con la sucesión apostólica. Bendecidos con ojos que ven y oídos que oyen (como mi amigo Matthias Zierenberg, quien se volvió carpintero), ellos pueden convertir a tropas de parientes. Algunos Protestantes pueden notar el contraste entre la Sagrada Escritura, la cual siempre me golpeó como “fuego y espada” cuando preparaba los servicios de los niños, y lo que se mantiene de ese poder durante el servicio como una sopa de pollo extremadamente aguada, con el mismo pollo histórico siendo re-cocinado una y otra vez). Algunos heterodoxos muy silenciosos vienen una o dos veces al servicios y – milagrosamente- se quedan. Temo que no puedo darte una muy buena respuesta porque conozco a tan pocos alemanes conversos.
En mi propia familia, mi hija estaba impresionada por mi profesor de catequesis, quien al poco tiempo de su amistad se convirtió en Padre Hilarión en un monasterio griego: era una persona que vivía lo que decía. Ella fue bautizada por el padre Basilio en el río Lahn que fluye al costado del monasterio. Mi esposo, cuya experiencia americana del protestantismo lo mantuvo siempre lejos, a una distancia crítica del protestantismo débil de nuestra comunidad, pacientemente soporto la agitación que, la temeraria esposa recientemente conversa, le impuso a la familia, y con el paso del tiempo, lentamente admitió lo que los Engelhardts y yo le decíamos que era correcto (a pesar de lo enervantes, aun así correcto). Se volvió Griego. Mi madre experimento la Ortodoxia bajo nuestro cuidado durante los tres últimos años de vida, los cuales paso en un departamento vecino. Ella que siempre había adorado la música, ahora ansiaba un Padre indulgente. Fue bautizada por Padre Basilio en nuestro hogar, acostada en su cama en el día del nacimiento de Cristo (nuevo Calendario), luego su ataúd estuvo en la Iglesia en el día de la Presentación de Cristo en el Templo.
Ahora en cuanto al ethos, los alemanes pueden tener que ofrecer cuando se convierten- Creo que san Justino Popovic una vez dijo que el alemán es difícil de convertir, pero una vez que lo logra, ya que tiende a actuar en concordancia con sus creencias, puede cristianizar Europa. ¡Hermosa visión! Todo lo que necesitamos es Dios para santificar la eficiencia, seriedad, interés por servir y poder de decisión alemana. En las Iglesias que conozco, los alemanes se preocupan de los edificios de manera ejemplar, cantan, ayudan con la trapeza, son organizadores responsables. Teólogos alemanes no Ortodoxos han sido eruditos dedicados, editando y traduciendo textos patrísticos. Los alemanes conversos traen su integridad moral, la cual, una vez redimida de la tentación de la arrogancia, es una bendición. Es tentador entender su pregunta como un intento de indicarnos una mejor mirada misionera: “hey alemanes, en vez de quejarte que tus amigos no aceptan la Ortodoxía, invítalos a probarla” Pero el real problema es que primero debemos ser totalmente transformados (bautizados en la humildad, por ejemplo) antes de que nuestros talentos puedan ser útiles más que disruptivos.
Como una ex alemana Luterana, ¿Puedes hablar sobre las dificultades de convertirse a la Ortodoxía?
Nuestra cultura destaca la equidad; la Ortodoxia nos enseña a prestar atención de las diferencias. Como protestante, me veía a mí misma a la par con los pastores; como Cristiana Ortodoxa, nunca olvido que el sacerdote esta santificado a través de su habilidad para presidir la Santa Liturgia. Así que me encuentro con él, incluso en privado, no solo como un simple compañero humano, sino que honro su oficio. Esto se mantiene incluso más con los obispos.
Otra diferencia importante concierne a la paciencia. Los alemanes Protestantes son muy organizados. Cada uno trabaja duro en no dejar que los otros esperen. En las Iglesias Ortodoxas, por otro lado, esta la triunfante disposición al sufrimiento. Por ejemplo, si una confesión parece tomar demasiado tiempo justo antes de la Santa Comunión, el coro canta pacientemente, himno tras himno, y la gente se mantiene de pie silenciosamente esperando por el sacerdote, absortos en su oración personal. Uno siempre espera por los obispos. Uno espera por el obispo o por el sacerdote que bendiga la comida después de la liturgia, y el sacerdote espera por la gente que diga que quiere bautizar a sus hijos pero llegan horas tarde (¡si es que llegan!). Los Ortodoxos saben que la voluntad de Dios invade cada aspecto de nuestras vidas.
Luego está la obediencia, – un hueso duro de roer para los Protestantes cuyos naturaleza fue alimentada a fuerza con el sentido Kantiano de la dignidad humana la cual celebra la supuesta autonomía racional). Luego está la búsqueda de nuestra cultura por autenticidad, individualidad, originalidad, creatividad,- todas esas cosas que un futuro Ortodoxo debe sepultar mientras aprende a ser humilde, y dejar Cristo en nosotros absorber nuestra autenticidad, individualidad, originalidad y creatividad.
Y toda la mentalidad Protestante en Alemania ha sido teológicamente truncada por los últimos dos siglos. Primero, estaba la Iluminación con su consecuencia en la reconstrucción cultural y existencial de la Cristiandad de Schleiermacher pasando por Kierkegaard hasta Bultmann . Segundo, todas estas visiones rebajan la condescendencia personal de Dios de entrar en conversaciones, venturas educacionales, auto revelaciones con (primero) sus elegidos y (Segundo) con todas las creaturas, para literalmente convertirse Uno entre nosotros en un punto específico del tiempo y lugar, este entregarse a sí mismo de aquel que está más allá de todo, para hacerse accesible a cualquiera que responda al amor al cual Él quiere que lleguemos. Los teólogos Occidentales, una vez que se asentaron filosóficamente en poner a Dios en Su propia absoluta trascendencia, se han vuelto sordos a Su ser divino y Trino, Quien personalmente quiere dirigirse a cada uno de nosotros. Segundo, la fuerte unión Iglesia-Estado que alimentó el ecumenismo del siglo 20. Esta teología esta promocionada como asegurando una presencia más fuerte y personalizada de la Cristiandad en un mundo cada vez más secularizado, a través de respaldar los esfuerzos comunes como paz, ecología y justicia social. Pero por supuesto el ecumenismo viene con el costo de la trivialización del dogma.
Podría ir explicando esto eternamente, pero ninguna de estas circunstancias cuenta por el hecho de que todas las personas que conozco, incluso cuando ven sus vidas en desastre, no se vuelven a la oración. O si ellos oran, no lo hacen con verdadero arrepentimiento. Por supuesto que admito que la conversión a la Ortodoxia es extremadamente “costosa” para los alemanes. Cuando me convertí, perdí casi todo mi mundo social. Los países europeos son mucho más homogéneos en su forma de ver la vida. Cualquiera que intente tomar a Dios seriamente se encuentra inmediatamente rebajado a “fundamentalista. Por supuesto, para mí esto fue fácil, porque los filósofos no necesitan vida social, mi esposo incluso prefiere nuestra privacidad, y Susan Engelhardt (quien se convirtió en mi madrina) se mantenía en contacto conmigo cada semana por casi un año para guiarme en las primeras trampas. Pero ¡cuántas personas tienen ese privilegio!
En el estudio bíblico que guío para un sacerdote a quien (habiendo sido entrenado por los Uniatas en Polonia) le gustan los Padres de la Iglesia, sucedió una vez que un miembro se puso a llorar por lo que le dije acerca de la Ortodoxia y dijo cosas como: “esto es lo que siempre anhelé”. Pero, ellos viven en una villa firmemente arraigada en la Cristiandad Occidental local. Las iglesias Ortodoxas están por lo menos a 30 minutos en auto (lo cual es mucho para los estándares alemanes), y estas Iglesias celebran en idiomas inescrutables. Todos aquellos que no son totalmente “religiosamente disonantes” acá, están anidados en Cristiandades que sostienen socialmente la vida diaria. Y estas cristiandades en adición respaldan la idea de que todos nos vamos al cielo. Así que una mayor dificultad es el secularismo que se ha infiltrado incluso en el entorno “Cristiano”. Dos grupos sociales, que han crecido de mi trabajo teatral, se mantienen conmigo a pesar de mi extraña nueva visión. Cuando ceno con ellos, tengo que escuchar silenciosamente sus historias acerca de las varias parejas de sus hijos, sus hijos casándose con amorosos mahometanos europeizados, sobre sus propios divorcios y subsecuentes nuevas parejas, y bendiciones que involucran una diosa. Todos saben lo que creo, pero es una rareza que amablemente toleran porque me quieren. Los pocos reales amigos con los que compartí cada paso de mi camino hacia la Ortodoxía, nunca vinieron conmigo. Por lo menos la esposa de mi antiguo pastor tomó el hecho de que me puse a llorar (cuando me contó sobre las “sanadoras” que su hermana esotérica le recomendó para la última etapa de su cáncer) como una razón para abstenerse de esas “sanadoras”.
Primera Universidad Médica en Moscú
Pero luego, están las oraciones del Padre Basilio y su hermandad que me mantuvieron en camino. Mas alemanes están yendo a su monasterio y sus oraciones van a traer maravillosos efectos.
Cuando vine aquí unos años atrás, tuve la impresión de la Segunda Guerra Mundial había debilitado la Cristiandad, es más, que había debilitado la fe de la gente. Hitler re-direccionó la fe de los alemanes al Estado y hacia sí mismo, y una vez que esa fe y el país había sido derrotado, su extrema desilusión se extendió hacia la fe en Dios y la iglesia institucional.
Creo que no estoy de acuerdo hasta cierto punto. La salida fácil es culpar a los 12 años del “milenium” de Hitler. Ciertamente Hitler fue una conmoción en muchos alemanes bien intencionados, y sí, ellos se sintieron profundamente traicionados. Pero los cristianos más tradicionales no fueron engañados. Habían muchos más miembros del partido en el entorno Protestante. Especialmente La unión Protestante y Reformista estaban ya débiles antes de 1933. Además, después de la guerra y ya bien dentro de la epoda del Wirtschaftswunder de los años 50, las casas de oración en Alemania permanecían llenas.
Indirectamente, sin embargo, creo que sí estás en lo correcto: Cuando las generaciones de hijos empezaron a usar la participación de sus padres y profesores en el Nazismo para menospreciar la autoridad paterna en los años 60, y cuando una nueva cultura de hedonismo liberal nació, entonces la Cristiandad fue denunciada como que había fallado bajo Hitler. Entonces lo que se había creído que era la Iglesia, se volvió una institución meramente humana, política y social. El Vaticano II debilitó crucialmente los aún remanentes de los recursos litúrgicos. Más aún, incluso para aquellos que tomaban su Cristiandad seriamente, la experiencia del Nazismo parecía probar el derecho ecuménico, particularmente entre varios Protestantismos. La declaración de Barmen de 1934 resultó de una conferencia donde diferentes denominaciones Protestantes se unieron contra el régimen maligno. Después de la guerra, esta experiencia de cooperación inter Protestante inspiró a los futuros líderes a presionar por una unificación Protestante general, y (con la Concordia de Leuenburg de 1971) establecieron una Eucaristía común e inter-celebración de pastores Luteranos y Reformistas. Como resultado, las profundas incompatibilidades entre las diferentes creencias se descartaron, lo cual fomentó el hábito de ya no preocuparse y ni siquiera de los detalles de la fe de cada uno.
¿Apruebas el real dialogo ecuménico como algo opuesto al aceptar concesiones?
Algunas personas sostienen que dialogar es aceptable como una forma de preservar la paz externa entre dos que piensan, creen y valoran de manera diferente. El problema es, sin embargo, que estos diálogos frecuentemente persiguen en busca de una unidad moral y religiosa que viene solo con el costo de la trivialización doctrinal. E incluso si esa no es la intención, hablar con aquellos de otra fe tienta a los participantes a un ajuste gradual de terminologías y maneras de acercarse a los problemas. Dichos ajustes a cambio comprometen la claridad de la teología de los Pares. Y si recordamos que la doctrina de la Iglesia no es sólo una ciencia exótica para intelectuales, sino que junto con las oraciones de la Iglesia, una línea segura que mantiene nuestro esfuerzo y anhelos en el camino correcto, entonces cualquier cosa que parezca una pérdida trivial de las enseñanzas Tradicionales ofrece una apertura a la seducción herética. Creo que Cristo hablaba en serio cuando habló de “ni un punto ni una coma”, y muchos de nuestros santos, por ejemplo Máximo el Confesor, peleó y sufrió por el “punto y la coma” que distingue el (correcto) homoousios (de igual naturaleza) entre Dios Padre y Dios Hijo, del homoiousios (similar naturaleza).
Con Herman Engelhardt. Conferencia del Fondo Liberty, 2008
Para los Ortodoxos, ¿el diálogo legitimo no debería involucrar, primero que todo, ser muy claros acerca de qué es lo que cada grupo Cristiano verdaderamente cree, dónde estamos de acuerdo y dónde no, y luego proponer la creencia Ortodoxa acerca de las diferencias, esperando que el Espíritu Santo eventualmente los inspire a aceptarlas?
Me gusta tu forma de ponerlo, pero uno debe ser muy cuidadoso. Cada vez que veo “diálogos” siendo conducidos entre diferentes Cristiandades, confirmo en la conclusión de que las discusiones entre personas esta cargadas de la tentación de suavizar el tono de la propia posición para evitar sinceramente la verdad. Hay un horroroso poder de la simpatía que nos seduce a estar de acuerdo con el otro. Nos volvemos como malos doctores, que evitándole al paciente el sobresalto de un diagnóstico claro, lo privamos de la oportunidad de aceptar una terapia dolorosa. La palabra escrita, en cambio, nos permite declaraciones claras. Esto es precisamente los que la revista de Bioética Cristiana, para la cual yo trabajo como una de las editoras, persigue. Nuestro subtítulo es estudios no ecuménicos en moral médica. Invitamos a teólogos de cada denominación Cristiana a exponer sus fuentes, y luego mostrar cómo llegan a sus conclusiones. La claridad que este acercamiento diferencial ofrece es una protección útil contra el ecumenismo imprudente.
Pero creo que para poder invitar al Espíritu Santo debemos ir más allá del campo académico. Mi propio crecimiento en la Ortodoxia, particularmente a través de mis estudios sobre los santos alemanes y reliquias, ha abierto otra dimensión para mí. Es la experiencia de la veneración de las reliquias que llamó mi atención hacia los santos que están vivos y listos para fortalecernos en nuestras luchas. Sólo mucho después entendí que mi madrina Susan había mencionado muy temprano cuando trataba de contener mi teorización teológica: que leer la vida de los santos es una buena manera de realmente “aprender teología”.
Eventualmente, me pidieron que organizara una serie de charlas en la iglesia Ortodoxa de Bad Nauheim, donde la audiencia invitada seria principalmente de no Ortodoxos. Aquí decidí atacar este problema de los santos y su veneración. Al prepararme para estas charlas, me di cuenta de que sin el trabajo de San Gregorio Palamás en el siglo 14 acerca de las Energías Divinas, uno no puede entender la santidad de las reliquias . Porque la teología occidental nunca aceptó el Reconocimiento de San Gregorio acerca de la verdad del misticismo noético ya presente en San Juan (1.Jn.3:2) e incluso en los salmos de David (Sal. 35:10) (a diferencia del misticismo emocional de los pensadores occidentales como Meister Eckhardt), la teología nunca logró un informe coherente sobre la santidad de las reliquias. El espíritu filosófico que informó su acercamiento enmarcó una mentalidad la cual volvió a las reliquias como una materia de emociones piadosas. Este mismo espíritu los privó de los recursos filosóficos con los cuales podrían haber resistido el violento ataque de la Iluminación, y esto, creo, es por qué tantos han perdido el interés en sus tesoros. Los Ortodoxos más tradicionales, incluso si no saben acerca de San Gregorio, están sostenidos por la vida de oración noética informada de la Iglesia, cuya integridad nunca fue corrompida.
40 años de sacerdocio de Padre Dimitri
Ahora, volviendo al ecumenismo correcto: Hablando acerca de visitar las reliquias me lleva en contacto con sacerdotes, secretarios parroquiales, sacristanes- mucha gente piadosa. Es frecuentemente una experiencia emocionante para ellos cuando ven como nosotros Ortodoxos amamos y veneramos las reliquias de los santos que nuestra iglesia también reconoce, esto es, reliquias que ellos mismos ya no se atreven a honrar seriamente (más allá de las externalidades de presentaciones ocasionales). Es un servicio de amor el mostrarles como estos santos nos unen, y que nuestra unidad está en la iglesia del primer milenio. Este propósito ecuménico, por cierto, está también tras el estudio bíblico mencionado antes. Por muchos años, dos veces al mes, he ofrecido a esos dedicados Cristianos no ortodoxos interpretaciones patrísticas para sus lecturas dominicales. Es una experiencia de aprendizaje maravillosa para todos. (Y por supuesto pongo dentro algo de los Padres de siglo 20 ¡para mostrarles que la tradición aún está viva!)
¿También les hablas a los Ortodoxos acerca de las reliquias?
Sí. Quiero despertar a los Ortodoxos migrantes al hecho de que están espiritualmente en casa aquí. Alemania era originalmente un país Ortodoxo, como toda la Cristiandad Europea. Por supuesto, el esfuerzo por develar esta Ortodoxía requiere penetrar a través de un velo distorsionado, ya que mucha de la historia escrita de esta área es posterior, y distintivamente de perspectiva no Ortodoxa. Una vez que uno cava a las fuentes originales, una imagen completamente distinta aparece. Uno reconoce cuánto de la sabiduría Griega y Siria llegó desde Tréveris (uno de los mayores puestos misioneros de avanzada) a través de esa relaciones comerciales tan antiguas de la ciudad con Lyon, el primer obispado en la Galia Romana, tanto como con Aquitania e Irlanda, junto con los primeros monasterios (como Marmoutier y Lérins) en la Francia posterior, cuyos fundadores fueron enseñados por los ascetas Egipcios. Hay mucho para descubrir, y necesitamos oraciones de todos los Ortodoxos de este país para pedir a estos santos que nos ayuden a Cristianizar Europa.
En tu trabajo público, ¿también tienes la posibilidad de abordar el tema se la exposición Ortodoxa al punto de vista secular y pluralístico que nos rodea?
Sí, porque es tan difícil oponerse a la propia cultura. Herman Engelhardt y yo hemos comenzado un Foro para la Espiritualidad Cristiana en Cultura y Bioética (FOCS). Invitamos a los Cristianos Ortodoxos a pequeños seminarios en nuestra casa, donde discutimos textos elegidos, como “El gran Inquisidor” de Dostoyevsky, Acerca del Espíritu Santo de San Basilio, Discurso de Ratisbona del Papa Benedicto XVI , o temas como la noción del pecado en bioética, o las relaciones entre el Estado y la Iglesia, etc. En cada caso, tratamos de trazar el camino en que la Ortodoxia pone perspectivas para mirar nuestra sociedad y a nosotros mismos, lo cual es profundamente no concordante con discurso dominante en la sociedad. Es muy importante para un Ortodoxo en un ambiente heterodoxo, secularizado, animar y fortalecerse uno a otro.
¿Qué ves como una esperanza realista para el futuro de la Ortodoxía de Alemania?
Bueno, eventualmente las futuras generaciones de los Ortodoxos Étnicos van a dejar de usar la Iglesia como protección cultural y de identidad. Algunos alemanes, eventualmente, va a estar dispuestos a poner atención en todos esos conversos Ortodoxos quienes (en vez de estar proclamando como yo) obedecen a su padre espiritual en concentración con su propia santificación, así que la gracia de Dios pueda volverse visible para aquellos afuera. Pero la tolerancia liberal que define el ethos de nuestra sociedad es peligrosa para aquellos que son llamados a ser vigilantes en todo tiempo, porque crea la ilusión de una vida fácil, la Unión Europea con sus regulaciones anti-discriminatorias lo da a lugar.
Mayores y evidentes limitaciones a la integridad de las enseñanzas Cristianas y la libertad de profesionales Cristianos y empresarios. (Solo piensen en las demandas que la Unión Europea impone a Serbia en cuanto a “detener a los jerarcas de que digan cosas poco amistosas sobre la homosexualidad”, o las demandas profesionales contra ginecólogos en cuanto a diagnósticos prenatales). Por el otro lado del espectro, los mahometanos se están volviendo muy prominentes en Alemania; ellos constituirán una considerable proporción de nuestra población en el futuro cercano. Muchos de ellos van a llevar una vida secularizada confortable, la cual requiere no solo de simple coexistencia pacífica sino que además no preocuparse más sobre que religión es verdadera o no. Pero no todas las voluntades les permiten volverse tan espiritualmente numerosos. Justo ahora, en la ciudad de Frankfurt (sin criterio) probó su compromiso con el colorido pluralismo religioso al permitir la reconstrucción de una mezquita frente a nuestra Iglesia Rusa Ortodoxa. Por supuesto, haremos todo para evitar que los jóvenes Turcos sigan amenazando a nuestros sacerdotes. Trataremos de establecer una coexistencia pacífica, especialmente ya que debemos estar unidos en tomar a Dios seriamente, y en este sentido opuesto a nuestro ambiente radical agresivo de ésta mundana sociedad. Nadie debería ser forzado al martirio. Sin embargo, aparte de los confesores que sufrieron en las prisiones de Rumania y Rusia, y que aún viven entre nosotros, hay muchos mártires viviendo a nuestro lado. A Padre Daniel Sisoyev le disparó un matón a sueldo en Moscú en Octubre pasado, probablemente por los muchos mahometanos que bautizó. Tales santos presentan un ejemplo que ningún Ortodoxo puede ignorar. Y seguramente, La Ortodoxia ha prosperado donde los confesores sufrieron y los mártires derramaron su sangre.
¿Cómo conociste a Padre Dusan Mihajlovic, el Rector de la Parroquia de San Nicolàs de Serbia en Santiago de Chile?
Conocí a Padre Dusan en Junio 2013 en Belgrado en una conferencia organizada por los Amigos de Monte Athos, a la cual yo (una mujer recientemente conversa desde en protestantismo, una alemana incapaz de decir nada en serbio aparte de “amén”), había sido invitada, porque unos sacerdotes con quienes me había hecho amiga pusieron mi nombre en la lista.
Belgrado era una experiencia única: era Pentecostés, hacía mucho calor y yo no podía de felicidad, arrastrando a mi marido por todas las iglesias. Las emocionantes oraciones que experimenté en un suelo cubierto de heno de la Iglesia de la Santísima Trinidad, donde los inmigrantes rusos de la post revolución, entre ellos San Juan Shanghai y de San Francisco, había encontrado refugio.
Uno de los sacerdotes a quien acababa de conocer era Padre Dusan, así que me registré para su conferencia. El habló de aquello que es tan atesorado por todo corazón cristiano: misión. Pero este sacerdote era especial: no solo porque venía de un país al otro lado del mundo, con las estaciones cambiadas. Todavía más, el habló con completa y audaz honestidad, describiendo las innumerables dificultades que había encontrado. Intentando fundar una Iglesia Ruso-Serbia en Chile. No embelleció nada. El habló con suavidad y su cara era amable.
Y sin embargo la situación que describía era más que desalentadora. No había feligreses. Ni lugar donde celebrar. Ni sueldo para su familia. Ni trabajo para asegurar un sueldo. Ni cantantes. Ni gente interesada en sostener la iglesia. Ni siquiera ayuda desde casa.
Lo vi de pie ahí, con una sonrisa amable que no dejaba su cara. Y me maravillé de cómo podía evitar caer en la amargura, y decidiendo salir de lugar tan inhóspito. Admiré la confianza invertida en su audiencia, su segura confianza de que encontraría apoyo. Sin embargo, hasta donde podía ver, la gente empatizaba, pero nadie podía darle ningún consejo útil.
Así fue como nos hicimos amigos, estaba profundamente impresionada por la fe del Padre. Durante años, desde entonces, estuvimos en contacto. Nos encontramos nuevamente en Rodas, en otra conferencia, y en determinado momento pude llevarlo a él y a sus dos hijos mayores al zoológico de Frankfurt, donde su vuelo tenía escala. Desafortunadamente, Matushka, con su pasaporte Ruso, no podía dejar la zona internacional. Así que por lo menos, el Padre y yo pudimos pasar algunos momentos durante los cuales los niños miraron a los monos, burros, osos y pingüinos y hablar de su vida en Santiago. Durante esos años, Dios recompensó su paciencia. Recibí incluso imágenes hermosas y alentadoras del desarrollo de la vida de la Iglesia.
Es asombroso para mí ser testigo de la resistencia con la que pone el hombro a la difícil tarea de traer la Ortodoxia a un país cuyo suelo no ha sido santificado por la sangre de los Santos. Un suelo verdaderamente virgen, como los que encontraron los Apóstoles. Incluso más difícil que eso: los Apóstoles, por seguro, tuvieron que luchar contra las religiones paganas establecidas. Pero podían sorprender a su audiencia al confesar a Cristo como Creador y Redentor del mundo, como liberador del poder del pecado y la muerte. Por lo menos había algo completamente nuevo.
Padre Dusan, por otro lado, tiene que llevar la verdadera Iglesia a una cultura que clama credenciales Cristianas propias. ¿Cómo puede convertir a otros a la Iglesia Ortodoxa: Una, Católica y Apostólica, si el hambre espiritual de la gente ha sido silenciada con substitutos? Como pacientes de hospital que no pueden mejorar por su adicción a la comida chatarra, así, los seguidores de Cristiandades distorsionadas tienen que ser persuadidos a mirar de cerca al tipo de alimento espiritual que se les da, tomarse la molestia y estudiar los principios de la nutrición correcta, y como se siente recuperar la salud del alma.
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1′ H.Tristram Engelhardt, jr (bautizado Herman), PhD, MD, Prof. Emer. Del Baylor College de Medicina, Prof. De Filosofía en Rice, amos en Houston, Texas, es reconocido por sus muchos ensayos y libros entre ellos “Los Fundamentos de la Bioética Cristiana”), series y revistas, cubriendo un amplio registro de Filosofía y teología Ortodoxa.
2′ Schleiermacher enseñaba que la Cristiandad es solo una visión entre muchas alternativas de un “todo” lo cual está más allá de la persona. Cada visión religiosa por lo tanto se convierte un trabajo de arte privado. Kierkegaard castigaba una forma de adoración externalizada, y pensaba que la verdadera fe debía limitarse a un auténtico interior que no puede determinar sin repudiar su divinidad. Bultmann argumentaba que el cristianismo, para poder darse cuenta de su potencial para alcanzar al alma profunda de la gente, debería ser despojado de toda manera de hablar “religioso o “mitológico”.
3′ Hay algunas excepciones a esto. Por ejemplo, los luteranos han reconocido su falta en el régimen de Hitler no fue la falta de cooperación interdenominacional sino la falta de lealtad a su integridad litúrgica y dogmática, y falta de seriedad en la oración. Desafortunadamente, muchas asociaciones luteranas regionales perdieron el coraje para luchar contra el espíritu ecuménico de los años 60. Los pequeños grupos que se mantuvieron fieles han sufrido el destino de todos los cismáticos: se volvieron sectarios en espíritu, por lo tanto atrayendo cada vez menos estudiantes de teología.
4’Mt.5,18 un punto ni una coma: lit. ni una iota ni un pequeño trazo. Alusión a la letra más pequeña y a los trazos que distinguían unas letras de otras en la escritura antigua. La expresión indica aquí las partes más pequeñas o insignificantes de la ley.
5’A diferencia de los académicos, quienes para ese tiempo habían transformado la teología de una revelación mística entregada por santos elegidos por el mismo Dio a una disciplina académica, y que había movido su “lugar apropiado” de un monasterio a una universidad, las enseñanzas de los Padres (con el trabajo de San Gregorio) no habría acercado la Divina trascendencia a un espíritu de distinciones filosóficas. Esto es por qué los Padres permitieron que los filósofos teológicos negaran: que Dios puede dejar Su Divina energía accesible de manera sensible a humanos cuya naturaleza ha sido transformada para volverse receptiva a tal Divina propia revelación (la cual, por supuesto, se mantuvo restringido a Sus energías y nunca se extendió a Su inalcanzable esencia) El mayor conflicto concerniente a la luz que los tres apóstoles vieron en Monte Tabor: Barlaam de Calabria, San Gregorio antagonista, clamaron que esto fue meramente un fenómeno sensorial, mientras que San Gregorio Palamás confirmó que las enseñanzas de los Padres que lo que los apóstoles vieron fue la propia luz Divina. La tradición Ortodoxa acepta con gratitud la Divina gracia como que puede bajar desde la trascendencia de Dios a la inmanencia el hombre, así también transformar la misma naturaleza de los Cuerpos de los santos de Dios. Trazos de esta trasformación pueden aun ser experimentados por aquellos que están preparados para recibir la gracia de encontrarse con estas reliquias.
Traducido por Carolina Hormazábal
Revisado por Roberto Léon
Pravoslavie.cl