El Gran Jueves Santo en los himnos poéticos de la Iglesia

La himnografía sacra llama al sacrificio sin sangre del Jueves Santo, cuando fuera instituida la Santa Eucaristía o Comunión, el “banquete señorial”.

 

 

Por llamado del Soberano y desde la riqueza del banquete inmortal, venid, oh fieles, al lugar excelso con pensamientos sublimes, para endulzarnos con la Palabra Deífica, para que, conociendo Su Palabra, podamos glorificarle”.

Por medio de sus himnos, la Santa Iglesia transforma el dogma en vida. La enseñanza de nuestro Señor Jesucristo no se limita a las páginas de las Santas Escrituras, quedando olvidada en la biblioteca. En la Ortodoxia, la teología y el dogma son transformados también en cánticos, en himnos de alabanza a Dios. Cantando, el hombre adquiere algo de la misión angélica. Esto lo dice también Agustín de Hipona, en uno de sus tratados teológicos: “¡Aprende, hombre, a cantar, para que el Día del Juicio Dios tenga que elegir entre contarte entre sus ángeles o entre los hombres, si sabes cantar como los ángeles!.

En el Gran Jueves Santo, precisamente esto es lo que hacen los fieles, sirviendo con los ángeles en la Divina Liturgia. Una sola voz: sacerdote, ángeles y pueblo eucarístico. La himnografía sacra llama al sacrificio sin sangre del Jueves Santo, cuando fuera instituida la Santa Eucaristía o Comunión, el “banquete señorial”.

Nuestra comunión, la de los fieles, con el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, en verdad se asemeja a un gran banquete en la mesa del rey. ¿Cuántas veces una persona común tiene el privilegio de comer al lado del rey o el emperador? Pocas, seguramente. ¡Pero, el encuentro en la Santa Comunión es mucho más que cualquier acontecimiento terrenal! Dios, Quien creó todo lo que vemos, deja Su gloria y nos llama a todos a participar de la abundancia de Su banquete.

 

Fuente: Doxología.org

 

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