Alarmas de distanciamiento personal y — No vacuna, no trabajo— muestran que libertades individuales en el trabajo serán las próximas víctimas de COVID
Mientras empleadores pierden su fe en los intentos de gobiernos de resolver el pandémico, ellos con más frecuencia están pensando en sus propias soluciones extrañas que hacen exigencias moralmente dudosas de sus empleados e ignoran libertades humanas básicas.
Por toda Europa, los tornillos de los confinamientos coronavirus siguen apretándose pero eso no es bastante para unos empleadores enloquecidos por poder, asustadísimos por un virus, decidiendo tomar los asuntos en sus propias manos – no importa cuánto pisotean la libertad de otros.
A empleados franceses de Essity, un fabricante de jabones para las manos, pañuelos de papel, y otros productos sanitarios para el mercado global, les han pedido llevar un aparato que suena un alarma si violan reglas de distanciamiento en el lugar de trabajo.
El ruido que emite el alarma es un sonido como un chillido de 85 decibelios, como pararse al lado de una cortadora de césped cuando se prende, pero empleados de la empresa (de dueños suizos) han sido asegurados por sus jefes que los aparatos son para su propia protección. Liberté, égalite… ¡Aaaah! ¿Qué es ese condenado ruido?
Es difícil entender cómo la medida se compara con los consejos de expertos acerca de ruido en el lugar de trabajo. Investigadores han descubierto que exposición durante un tiempo a niveles de ruido de 85 decibelios o más resulta en un riesgo mucho más grande de dificultades de audición. La recomendación sería que trabajadores lleven tapones para los oídos o orejeras mientras trabajan, pero entonces no podrían oír el alarma. ¡Seguridad ante todo!
Si el aparato te sueña familiar, estás probablemente pensando en los collares crueles para perros que dan un golpe de corriente al animal para que se quede dentro de la línea de la propiedad o para que deje de ladrar constantemente. ¿Qué más? ¿Correas para que no nos alejemos de casa demasiado?
Mientras la unión responsable para estos empleados podría ver la idea descartada antes de que sea puesta en práctica, trabajadores de una empresa de plomería en Gran Bretaña se enfrenten tener sus libertades individuales ignoradas por contratos nuevos que insisten en —no pinchazo, no trabajo.—
No es una sorpresa que esta idea viene del dueño de la empresa de plomería, Charlie Mullins – un aficionado de Rod Stewart que luce el mismo peinado que su ídolo. Él dijo el mes pasado que escogería sufrir otro pandémico antes de pasar por Brexit, mostrando ser tan asombrosamente desconectado de la realidad de que casi 85,000 personas ya se han muerto del virus en Gran Bretaña. Sólo para recordar al mundo, nadie se murió por Brexit.
Expertos legales mirando su propuesta que incluye una cláusula de vacunación obligatoria en los contratos de sus empleados sugieren que podría llevar a acusaciones discriminación o despedida injusta bajo legislación actual, pero nadie ahora sabe porque no ha sido intentado antes. Probablemente porque es una gran violación de libertades, moralmente si no legalmente.
Vacunación obligatoria por decreto del gobierno es una cosa, pero vacunación obligatoria por el decreto del dueño de una empresa de plomería es algo diferente. Temo que este hombre se ha pasado el sifón.
Cuando ideas locas como alarmas de distanciamiento personal y plomeros vigilando campañas de vacunación empiezan a surgir fuera del campo de política pública, una cosa es clara: la gente está asustada.
Y esto es por qué ellos han perdido fe en la manera en que las autoridades están ocupándose con la crisis del coronavirus y han decidido tomar los asuntos en sus propias manos sin pensar de las consecuencias. Su conducta se ha vuelta loca.
Hasta que tengamos la vista de la vida volviendo a cualquiera apariencia de algo normal o por lo menos un plan para salir de los confinamientos que podemos entender, las ideas locas seguirán viniendo rápidamente y en grandes números.
Prepárate para estar indignado, no hay fin de estas ideas en vista. Todavía.
Damian Wilson
es un periodista de Gran Bretaña, antiguo editor de Fleet-Street, consultor de economía y consejero especial de comunicaciones políticas en Gran Bretaña y los EEUU.
Fuente: russian-faith.com
Pravoslavie.cl