Arreglando relaciones con oración
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Déjame compartir contigo unos ejemplos de cómo oración sincera puede transformar nuestras vidas. Ambos ejemplos me afectaron directamente y me enseñaron una lección importante: oración compartida y fe traen paz y arreglan relaciones.
El primer ejemplo es de mi vida en el mundo. Estaba trabajando en una iglesia, y una de las feligresas se confió a mí. Ella dijo que antes estaba mucho afecto en su familia pero ahora se estaba empezando a desaparecer. Ella estaba casada con tres hijas. Eran una familia buena que asistía a la iglesia con regularidad. Entonces decidieron escoger un día cada semana para unirse como familia y leer el Akathist al Icono del Reinado de la Madre de Dios. Poco a poco, el afecto regresaba.
Pero eso era un ejemplo de otra persona recurriendo a la oración y experimentando su poder. Para mí, eso todavía era teoría, porque no estaba yo practicando tal oración yo misma. Pero cuando vine al Convento, tenía dificultades similares con una de mis hermanas monásticas. Ella era muy joven, bastante joven para ser hija mía. No había hostilidad entre nosotras pero tampoco había afecto. A veces, yo le molestaba, otras veces ella estaba ofendida por mí. Ambas estábamos intentando ver menos la una de la otra – hasta el día que tuvimos que estar juntas para muchos días sin ninguna otra persona. Tuvimos que encontrar una manera de llevarnos bien.
Un día, fuimos de paseo, un largo paseo, y ella me dijo: —Oremos.— Así que empezamos a decir el Akathist al Icono de la Madre de Dios -La Suavizante de Corazones Malos-. Ella podía decirlo casi todo de memoria. Lo hicimos turnándonos. Yo dije la mitad y ella dijo la otra. Estábamos caminando en el medio del bosque, completamente solas. Cada palabra de nuestra oración estaba resonando en mi corazón en una manera especial.
Cuando habíamos terminado, ella dijo: —Léamoslo otra vez.— —¿Te gustaría hacerlo con otro Akathist?— le pregunté. —No, leamos este.— Así que lo dijimos otra vez de la misma manera. Cuando llegamos al fin, lo repetimos otra vez. De repente, empecé a tenerle cariño. Mi corazón estaba abrumado por ternura y compasión para ella. Noté la belleza de sus ojos y su sonrisa. Me di cuenta de era una persona bondadosa y comunicativa. Sentí como si ella fuera hija mía y le di todo mi afecto y bondad.
Oración unida puede trabajar milagros, especialmente si oramos a la Madre de Dios. Ella derramó su afecto y bondad tan generosamente sobre todos nosotros. Estos días junta con mi hermana me enseñaron mucho. Por la primera vez en me vida, vi como frialdad y separación pueden cedar el paso a ternura y afecto en el período de unas horas.
Es, por supuesto, importante que luego no dejes regresar la frialdad y que guardes el afecto. Oración es muy eficaz en este respeto. Justo una hora o dos que pasas arrodillado enfrente de un icono pueden quebrar el hielo más grueso y hacer caer las paredes más altas.
Otra hermana monástica me dijo que arrodillarse e inclinarse en oración para otra persona también es una buena idea. Estoy muy agradecida a ella por este consejo. Y doy gracias a Dios por todo el aprendizaje que he hecho aquí en el Convento. Oro que tengo la voluntad para continuar en usar este aprendizaje en mi vida diaria.
Traducido por The Catalogue of Good Deeds
Fuente: russian-faith.com
Pravoslavie.cl