¿Está bien desobedecer al gobierno o ignorar al Obispo en ciertos momentos?
Obediencia al gobierno es importante, pero obediencia a Cristo toma primer lugar. Obediencia al patriarcha, al obispo y al sacerdote es importante, pero obediencia a Cristo toma primer lugar.
Nuestra primera lealtad no es a ningún obispo, ni patriarcha, ni gobierno. Nuestra primera lealtad es a Cristo solo…
Estos de ustedes que son padres, ¿Sólo tienen que decir ciertas cosas a sus hijos una vez y ellos las recuerdan y obedecen durante todas sus vidas? ¿O tienen que repetirse muchas veces?
Claro que tienen que repetirse. Somos padres. Es lo que hacemos. —Lávate la cara, tiende tu cama, cepíllate los dientes, come tus verduras, acaba con tus tareas.— Tenemos que decir estas cosas muchas veces. Decirlas una vez no es bastante.
Y pensamos para atrás en nuestas niñeces. Era lo mismo. ¿Cuántas veces tenía su madre decirle estas cosas? ¿Cuántas veces le dijo su padre o su abuela estas cosas?
Desafortunadamente, nosotros adultos somos así también con nuestro Padre Celestial. Sería buenísimo si Dios pudiera decirnos una vez y ya…entenderíamos y obedeceríamos durante el resto de nuestras vidas. Pero con frecuencia, somos como niños tercos. Tenemos que oír una vez, otra vez, otra vez, hasta que por fin entendamos.
Y así porque Él es un buen padre, Dios se repite una vez, otra vez, otra vez, y otra vez. Y con frecuencia, Él lo hace por la Iglesia. Hace sólo unas semanas, conmemoramos el Primer Consejo Ecuménico que tomó lugar en Nicea en el año 325 cuando empezaron a escribir el Credo de Nicea. También recientemente conmemoramos los Siete Consejos Ecuménicos que por supuesto incluyen al primer.
Otra vez, hoy, la Iglesia se repite. Hoy, conmemoramos los primeros Seis Consejos Ecuménicos. Y porque Dios Se repite, significa que – como sacerdote – yo me repito también.
¿Por qué se repiten los padres? Lo hacen porque es importante, porque están enseñando algo que es importante que sus hijos aprendan. ¿Por qué Se repite Dios? ¿Por qué se repite la Iglesia? Porque estas cosas son muy importantes. ¡Necesitamos oírlos una y otra y otra y otra vez hasta que nos demos cuenta de que son importantes!
La Iglesia celebra el Primer Consejo Ecuménico. La Iglesia celebra los Siete Consejos Ecuménicos. Y hoy, la Iglesia conmemora los primeros Seis Consejos Ecuménicos. ¿Por qué? Porque los Consejos Ecuménicos nos importan hoy. Como cristianos ortodoxos, necesitamos saber lo que enseñan los Consejos Ecuménicos, necesitamos saber cuándo tomaron lugar, y necesitamos saber cómo se aplican a nuestras vidas hoy en día.
Ahora, porque hoy conmemora los primeros Seis Consejos Ecuménicos, podríamos hablar de cualquier de ellos o todos ellos. Hoy, voy a enfocarme en el quinto y el sexto. Y podemos aprender unas cosas muy interesantes de estos dos consejos ecuménicos.
El Quinto Consejo Ecuménico tomó lugar en el año 553 en Constantinople, bajo el Emperador Justinian el Grande. Bueno, él es uno de mis santos ortodoxos favoritos. ¡Era increíble! Era el emperador, era teólogo (en casa, yo tengo uno de sus libros de teología ortodoxa), él renovó todo el código legal – las leyes del imperio, y también invocó el Quinto Consejo Ecuménico. Así que San Justinian es uno de mis heroes. Él es alguien para quien que tengo mucho respeto y a quien honro mucho. Y él estaba intentando corregir algo que necesitaba ser corregido en la Iglesia y en el imperio.
102 años antes, el Cuatro Consejo Ecuménico había ocurrido. Era un gran consejo que hizo algunas cosas muy importantes. Pero dejó unas cosas sin terminar. Había unas escrituras particulares llamadas los —Tres capítulos— que contenían herejía. El Cuatro Cosejo Ecuménico había condenado exitosamente a los Monophysites (incluyendo a los coptos, armenios, etíopes, y cualquier persona que niega que Cristo tiene dos naturales), pero estas escrituras particulares, los Tres capítulos, estas todavía no habían sido condenadas. Y San Justinian se dio cuenta de que era muy importante condenar oficialmente estas escrituras heréticas.
Así que él llamó el Quinto Consejo Ecuménico. Y la mayoría de los obispos estaban de acuerdo, la mayoría de los patriarchas estaban de acuerdo, —Sí, necesitamos condenar los Tres capítulos.— Pero el Papa de de Roma disentió. Papa Vigilius era terco, y se negó condenar estas escrituras heréticas.
Por supuesto, esto causó un problema. ¿Cómo lo deben resolver? Ahora, hoy, la Iglesia Católica cree que todos se deben someter al Papa – que todos los obispos en el mundo tienen que obedecer al Papa de Roma. Pero esto no era lo que enseñaba la Iglesia en el sexto siglo. Esto no es lo que enseña la Iglesia Ortodoxa hoy. Entonces, cuando Papa Vigilius se negó a condenar estas escrituras heréticas, los otros patriarchas hicieron lo que buenos obispos Ortodoxos hacen. Excomulgaron a Papa Vigilius. Lo quitaron de los dípticos. Estaban diciendo —Ya no más vamos a conmemorar su nombre en las oraciones de la Liturgia Divina.—
Y esto puso presión en Papa Vigilius. Él tenía que si ser terco y decir —Todos ustedes, obedézcanme.—O si teníа que aceptar que había este cisma que él acababa de crear. O si tenía que humillarse, arrepentirse de su pecado, estar de acuerdo a condenar estas escrituras heréticas, y regresas a la unidad de la Iglesia Ortodoxa. En este caso, gracias a Dios, el Papa escogió humillarse. Finalmente, él decidió ya no ser terco. Estaba de acuerdo a condenar estas escrituras heréticas. Entró otra vez a comunión con los otros patriarchas. Y los otros Patriarchas empezaron otra vez a conmemorar el nombre de Papa Vigilius, porque había regresado a la Ortodoxia.
Así que el Quinto Consejo Ecuménico es un ejemplo excelente de como aun los obispos, aun patriarchas, necesitan que se les imputen la responsabilidad. Y estos obispos y patriarchas que son Ortodoxos, estos que son fieles a las enseñanzas de la Iglesia, estos son los que necesitan ser fuertes y necesitan estar dispuestos a quitar los nombres de patriarchas heréticos y de obispos heréticos de los dípticos.
Pero cien años más tarde, las cosas se cambiaron considerablemente. En el séptimo siglo, fueron los patriarchas orientales que se abrazaron a la herejía. En aquel tiempo, la herejía popular era Monothelitismo – la idea que Cristo sólo tiene una voluntad, no dos. Estaban de acuerdo con los Ortodoxos que Cristo tiene dos naturales. Él tiene un natural divino y un natural humano. Pero no estaban de acuerdo con la fe Ortodoxa y estaban diciendo que Cristo sólo tiene una voluntad divina y que Él no tiene una voluntad humana.
Pues, el emperador aceptó la herejía y el Patriarcha de Constantinople aceptó la herejía y muchos obispos y sacerdotes en el Este aceptaron la herejía. Sólo había uno que estaba dispuesto defender la verdad y él ni siquiera era obispo – sólo era sacerdote. Su nombre era Padre Maximus. Y hoy, lo sabemos como San Maximus el Confesor.
Y aunque sólo era un sacerdote humilde, se negó obedecer al obispo, se negó obedecer al patriarcha, se negó obedecer al emperador. Dijo que creer que Cristo sólo tiene un natural sería decir que Él tiene un natural divino pero que no tiene natural humano. Y si Él no tiene natural humano, entonces Él no es humano del todo. Y si no es humano del todo, Él no nos puede salvar. Él no puede ser el Salvador. Y por eso Maximus enseñaba audazmente que Cristo tiene dos naturales y que Cristo tiene dos voluntades. Él tiene voluntad divina y también tiene voluntad humana.
Por eso, acusaron a Maximus de ser arrogante. Dijeron, —Todos están en contra de ti. El emperador está en contra de ti. El patriarcha está en contra de ti. Los obispos y los otros sacerdotes están en contra de ti. ¿Eres tú el único que sabe la verdad? ¿Eres tú el único que adora a Cristo de verdad? No seas tan arrogante. Humíllate. Humíllate y obedece a tu obispo. Enseña la misma cosa que tu obispo y tu patriarcha y tu emperador enseñan.—
Pero él se negó. Y por negar, lo torturaron horriblemente. Le cortaron la mano para que ya no podía escribir. Le cortaron la lengua para que ya no podía hablar. Entonces le enviaron a exilio: pobre, sufriendo, rechazado y solo. Y así murió. Al mundo, se veía como si él hubiera fracasado totalmente. Pero Dios sabía mejor. Dios recibió a San Maximus en Su Reino celestial.
En aquel tiempo, había un obispo con quien Maximus estaba de acuerdo y este era el Papa de Roma. Es verdad. En el séptimo siglo, era el Papa de Roma que estaba enseñado la Ortodoxia y eran los obispos del Este que eran herejes. Entonces San Maximus no obedecía a sus obispos. San Maximus no seguía a su patriacha ni a su emperador. Pero San Maximus sí honraba mucho al Papa de Roma. ¿Por qué? Porque el Papa de Roma era Ortodoxo – él estaba enseñando la verdad.
Finalmente, unos años después de la muerte de San Maximus, el Sexto Consejo Ecuménico fue convocado. Y en ese momento, el emperador, los obispos, y los patriarchas del Este ya entendían que había ocurrido una gran farsa y sabían que las iglesias del Este necesitaban arrepentirse. Necesitaban exonerar a San Maximus el Confesor y necesitaban enseñar la fe Ortodoxa de verdad – en la misma manera en que lo habían hecho San Maximus y el Papa de Roma.
Entonces, en el Sexto Consejo Ecuménico, eso es lo que hicieron. Enseñaron claramente que Cristo tiene dos voluntades. No solamente tiene Él dos naturales, divino y humano, sino también tiene dos voluntades – una voluntad divina y una humana. También honraron de gran manera a San Maximus y desde entonces hemos reconocido a Maximus como un santo.
Él es un santo muy especial para nosotros aquí en Krasnovo, porque aquí en esta misma iglesia en este mismo altar en que siervo la Liturgia, este altar se dedica a San Maximus el Confesor. Y creo yo que él ora por nosotros – él ora por todos nosotros aquí en esta iglesia.
Necesitamos aprender de San Maximus. Necesitamos honrar a San Maximus. Necesitamos pedirle a San Maximus que siga orando por nosotros – orando que seamos fieles a la verdad, justo como era él.
Bueno, cuando miramos estos dos consejos, ¿qué aprendemos? Aprendemos que cambios grandes pueden ocurrir en poco tiempo. En el Quinto Consejo Ecuménico, el Papa de Roma estaba en pecado y todo el Este, el emperador, los patriarchas, los obispos estaban enseñando la Ortodoxia fielmente y defendían la verdad. Pero entonces en el Sexto Consejo Ecuménico, el emperador del Este, los patriarchas, y los obispos estaban enseñando la herejía mientras que el Papa de Roma y un sólo sacerdote del Este estaban enseñando la verdad.
¿Y qué nos enseña esto? ¿Cómo nos aplica hoy? Pues, por supuesto el emperador en aquel tiempo era la persona más poderosa en el gobierno. Y, justo como hoy, el patriarcha era la persona más poderosa de la Iglesia. Y gente con frecuencia pregunta —¿Es importante obedecer al gobierno? ¿Es importate obedecer la Iglesia?— ¡Por supuesto que sí! La mayoría de las veces.
Usualmente, la cosa virtuosa que un cristiano debe hacer es obedecer al gobierno, obedecer al obispo, obedecer al patriarcha. Haga lo que el gobierno le pide y lo que la Iglesia le pide. Pero si el gobierno le dice hacer algo que es contrario a lo que Cristo nos ordenó, hay que obedecer a Dios y no al gobierno. Y si el patriarcha, o su obispo, o su sacerdote le dicen hacer algo contrario a lo que le ordenó Cristo, tiene que obedecer a Cristo y no al obispo.
Es una lección muy importante que necesitamos entender. Obidiencia al gobierno es importante pero obediencia a Cristo toma primer lugar. Obediencia al patriarcha, al obispo, al sacerdote es importante pero obediencia a Cristo toma primer lugar.
Hoy, Dios sigue repitiéndose. La Iglesia sigue repitiéndose, diciéndonos que necesitamos recordar las enseñanzas de los Siete Consejos Ecuménicos y recordándonos que necesitamos aplicar estas lecciones hoy.
Así, seamos fieles a la fe Ortodoxa, justo como los partriarchas del Este y el emperador eran fieles en el sexto siglo. Y seamos fieles a las enseñanzas de la Iglesia Ortodoxa, justo como San Maximus y el Papa de Roma eran fieles en el séptimo siglo. Porque nuestra primera lealtad no es a ningún obispo, ni patriarcha, ni gobierno. Nuestra primera lealtad es a Cristo, y a Cristo solo.
Fuente: russian-faith.com
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