Sobre la falsedad y cómo reconocer al que es falso

San Nectario de Egina

 

Le gusta predicar y glorificar con sus labios, pero su corazón está muy, muy lejos. Lanza enseñanzas al vacío, y a todos los engaña con su aspecto de piedad.

 

 

El falso es ese que exhibe una superficie de amor aparente, escondiendo el odio que hay en el fondo de su corazón. Es como un escollo apenas cubierto por las aguas del mar, que se convierte en un peligro inesperado para los que no están atentos”, dice San Basilio el Grande.

El falso devoto es ese que quiere ser reconocido como santo y honrado por los demás. “Ves su aspecto exterior y te parece que hace todo de acuerdo a los mandamientos de Dios”, pero su corazón está lleno de envidia y de toda clase de maldades. Cree que puede ocultar, bajo la máscara de la compunción, la insolencia que vive en su interior, y que puede tapar la fealdad de su alma con ropajes extraños.

Le gusta predicar y glorificar con sus labios, pero su corazón está muy, muy lejos. Lanza enseñanzas al vacío, y a todos los engaña con su aspecto de piedad.

“No seas falso con los demás”. “Porque los falsos esconden la ira en su corazón y sus almas mueren pronto”, y “la falsedad encubre la amargura”.

“Qué enorme mal es la falsedad… es el fruto del odio”, trayendo consigo todos los demás males.
“Porque con sus palabras y su semblante, (el falso) se parece a una oveja, pero por dentro no es distinto a un monstruo”.

“Porque no debes amar u odiar a los demás de acuerdo a su aspecto; lo importante es conocer sus actos”.
“Hay algunos que por fuera parecen nuestros amigos, pero por dentro están llenos de maldad y crueldad”.
La peor vileza es “aparentar ser justo, y no serlo”.

 

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